Cuando Tu Cumplas Cumplire Yo
Con frecuencia se escuchan entre esposos expresiones como estas: "Cuando él se comporte como debe, entonces yo también cumpliré con mi obligación". Lógicamente el piensa y dice lo mismo: "Cuando ella se comporte como debe, yo también cumpliré con lo que debo".
Cuando esto sucede es que el amor se ha enfriado bastante y está ya en proceso de desaparición. Cuando se casaron ardían de amor, no decían ni pensaban en cosas semejantes, pensaban amarse toda la vida, en ser felices, en hacer feliz a la otra parte. Pero el enamoramiento que el día de la boda se encontraba en su máximo esplendor, pudo haberse convertido en desenamoramiento.
Cuando uno se enamora todos son detalles de ternura, de preocupación por la persona amada. No piensa uno en sí mismo sino en cómo hacer feliz al otro. Disfruta viendo las cualidades que tiene, lo bueno que es; los defectos no se ven o no se quieren ver. Sus cosas buenas son tantas y tan preciosas que los pequeños defectos se pasan por alto. Como consecuencia la otra persona reacciona de forma semejante hacia uno.
El desenamoramiento hace todo lo contrario: uno achaca al otro que no cumple con su deber, que no es el mismo o la misma, que ha cambiado. Efectivamente puede haber cambiado pero ¿Por qué? Se casaron por amor y ahora están peleándose como si hubieran hecho un contrato laboral en el que no están cumpliendo las condiciones.
Este proceso de echarse en cara el no cumplir, suele ir agravándose y cavar una fosa cada vez más profunda entre los dos. El corazón, por otra parte, asesorado por el orgullo, se va convirtiendo en caja fuerte de resentimientos, rencores, de pequeñas venganzas que van en aumento. Si esto no se soluciona, el resultado final será la separación definitiva, con la posible unión compensatoria con otra persona encontrada en el camino.
¿Qué hacer? El echarse en cara las faltas, aunque sea cierto que uno de los dos o los dos hayan cometido errores e injusticias ciertas, no va a solucionar nada. Uno de los dos, el que sea más humilde o el que más desee que la situación cambie, que empiece a cumplir lo mejor que pueda y con la mejor voluntad su 50% sin pensar, y menos decir a la otra parte que cumpla con la suya.
Este es el mejor camino del reenamoramiento. Camino difícil, pero posible. Redescubre a aquel hombre o aquella mujer de la que te enamoraste, redescubre otra vez sus buenas cualidades, que las tiene, y olvida sus defectos e injusticias. No pongas límite de tiempo a este reenamoramiento. No digas: " ya lo he intentado quince días y él o ella no ha cambiado".
Sigue con firmeza, adelante, cumple, busca los detalles, aunque al principio no te salgan espontáneos, trata de forzarte a ti mismo. Si uno se esfuerza suficiente tiempo y con suficiente empeño se observará que la otra parte comienza a cumplir lo suyo, comienza a reaccionar de forma parecida al que comenzó. Y entonces el amor puede volver a florecer.
Autor: P. Mariano de Blas, LC
Cuando esto sucede es que el amor se ha enfriado bastante y está ya en proceso de desaparición. Cuando se casaron ardían de amor, no decían ni pensaban en cosas semejantes, pensaban amarse toda la vida, en ser felices, en hacer feliz a la otra parte. Pero el enamoramiento que el día de la boda se encontraba en su máximo esplendor, pudo haberse convertido en desenamoramiento.
Cuando uno se enamora todos son detalles de ternura, de preocupación por la persona amada. No piensa uno en sí mismo sino en cómo hacer feliz al otro. Disfruta viendo las cualidades que tiene, lo bueno que es; los defectos no se ven o no se quieren ver. Sus cosas buenas son tantas y tan preciosas que los pequeños defectos se pasan por alto. Como consecuencia la otra persona reacciona de forma semejante hacia uno.
El desenamoramiento hace todo lo contrario: uno achaca al otro que no cumple con su deber, que no es el mismo o la misma, que ha cambiado. Efectivamente puede haber cambiado pero ¿Por qué? Se casaron por amor y ahora están peleándose como si hubieran hecho un contrato laboral en el que no están cumpliendo las condiciones.
Este proceso de echarse en cara el no cumplir, suele ir agravándose y cavar una fosa cada vez más profunda entre los dos. El corazón, por otra parte, asesorado por el orgullo, se va convirtiendo en caja fuerte de resentimientos, rencores, de pequeñas venganzas que van en aumento. Si esto no se soluciona, el resultado final será la separación definitiva, con la posible unión compensatoria con otra persona encontrada en el camino.
¿Qué hacer? El echarse en cara las faltas, aunque sea cierto que uno de los dos o los dos hayan cometido errores e injusticias ciertas, no va a solucionar nada. Uno de los dos, el que sea más humilde o el que más desee que la situación cambie, que empiece a cumplir lo mejor que pueda y con la mejor voluntad su 50% sin pensar, y menos decir a la otra parte que cumpla con la suya.
Este es el mejor camino del reenamoramiento. Camino difícil, pero posible. Redescubre a aquel hombre o aquella mujer de la que te enamoraste, redescubre otra vez sus buenas cualidades, que las tiene, y olvida sus defectos e injusticias. No pongas límite de tiempo a este reenamoramiento. No digas: " ya lo he intentado quince días y él o ella no ha cambiado".
Sigue con firmeza, adelante, cumple, busca los detalles, aunque al principio no te salgan espontáneos, trata de forzarte a ti mismo. Si uno se esfuerza suficiente tiempo y con suficiente empeño se observará que la otra parte comienza a cumplir lo suyo, comienza a reaccionar de forma parecida al que comenzó. Y entonces el amor puede volver a florecer.
Autor: P. Mariano de Blas, LC
Etiquetas: Reflexiones
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