¿Cómo se ven las cosas desde el otro lado?
A veces uno asiste a la muerte de hombres y mujeres por los que no deberíamos de llorar, porque su salida de este mundo es una salida triunfante, por lo que habría que lanzar las campanas al viento. Yo quisiera preguntarle a estos hombres y mujeres: ¿Cómo se ven las cosas desde el otro lado? Su mensaje podría comenzar así:
No lloren por mi, porque ya estoy con Dios que es la meta de la vida. No lloren, porque me he salvado, lo demás no importa ya. No lloren porque he muerto, simplemente he cambiado de vida. No lloren porque no me he marchado para siempre, nos volveremos a ver. No lloren por mi. Cuando nos volvamos a ver, todo será distinto, todo eternamente feliz.
Lloren más bien por ustedes y por sus hijos, porque muchas veces uno no ve el cielo, sino la tierra y sus cosas. Lloren porque muchas veces se olvidan de Dios, desconfían de Él, lo pierden, incluso. Lloren por ustedes y por sus hijos, porque pueden perderse, perder la vida eterna y con ello lo más importante de todo.
Crean ¡por favor!, en las cosas que en la tierra no se creen, no se quieren creer por el simple hecho de que aún no se han visto; yo he comenzado a vivir lo que, como ustedes, creí un día por la fe.
En la tierra se lucha por tantas cosas que valen mucho menos: el dinero, la posición, el prestigio. Aquí eso no sirve de nada. Ven que en mi viaje a la eternidad me he llevado bien poco. Las buenas obras: las que hice de niño, de joven, de mayor; mis actos de amor a Dios y al prójimo; mis oraciones y sufrimientos ofrecidos a Él; las horas de vida que cumplí su Voluntad.
Me duele sólo una cosa y mucho : contemplar tantas horas y días perdidos y desaprovechados para siempre. No me lo puedo perdonar. Pero nunca me arrepentiré de mi fe y de mi bautimo; Estoy con Dios felizmente y para siempre, y lucharé para que ustedes un día lo posean también eternamente.
Pero, no lloren por mi, lloren más bien por ustedes y sus hijos.
Si amamos mucho esta vida, más debemos amar la otra. Porque ésta es transitoria y aquella eterna. Es inútil querer eternizar lo pasajero, mejor es cultivar las cosas que uno puede llevar consigo a la eternidad
No lloren por mi, porque ya estoy con Dios que es la meta de la vida. No lloren, porque me he salvado, lo demás no importa ya. No lloren porque he muerto, simplemente he cambiado de vida. No lloren porque no me he marchado para siempre, nos volveremos a ver. No lloren por mi. Cuando nos volvamos a ver, todo será distinto, todo eternamente feliz.
Lloren más bien por ustedes y por sus hijos, porque muchas veces uno no ve el cielo, sino la tierra y sus cosas. Lloren porque muchas veces se olvidan de Dios, desconfían de Él, lo pierden, incluso. Lloren por ustedes y por sus hijos, porque pueden perderse, perder la vida eterna y con ello lo más importante de todo.
Crean ¡por favor!, en las cosas que en la tierra no se creen, no se quieren creer por el simple hecho de que aún no se han visto; yo he comenzado a vivir lo que, como ustedes, creí un día por la fe.
En la tierra se lucha por tantas cosas que valen mucho menos: el dinero, la posición, el prestigio. Aquí eso no sirve de nada. Ven que en mi viaje a la eternidad me he llevado bien poco. Las buenas obras: las que hice de niño, de joven, de mayor; mis actos de amor a Dios y al prójimo; mis oraciones y sufrimientos ofrecidos a Él; las horas de vida que cumplí su Voluntad.
Me duele sólo una cosa y mucho : contemplar tantas horas y días perdidos y desaprovechados para siempre. No me lo puedo perdonar. Pero nunca me arrepentiré de mi fe y de mi bautimo; Estoy con Dios felizmente y para siempre, y lucharé para que ustedes un día lo posean también eternamente.
Pero, no lloren por mi, lloren más bien por ustedes y sus hijos.
Si amamos mucho esta vida, más debemos amar la otra. Porque ésta es transitoria y aquella eterna. Es inútil querer eternizar lo pasajero, mejor es cultivar las cosas que uno puede llevar consigo a la eternidad
Etiquetas: Reflexiones
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