Los Ojos Del Amor
La formación del primogénito del emperador era vastísima a pesar de su corta edad. No tenía nada de extraño, pues el instructor querido por su padre era el hombre más sabio e inteligente del imperio; un anciano al que todos respetaban (¡incluída la familia imperial!)
Todo el mundo conocía la curiosidad del pequeño emperador. Cuando ignoraba algo no había límite capaz de detenerle y era capaz de cualquier cosa para lograr sus objetivos. Un día el instructor leyó en voz alta una poesía de amor, decía así en uno de sus versos: "el amor se lee en la mirada"...
Cuando comenzó a atardecer el pequeño príncipe puso sobre sus hombros una capa raída! , se descalzó y, burlando la guardia, comenzó a vagar por las calles de la ciudad vestido de mendigo. Buscaba dos enamorados para leer el amor en sus miradas. Poco tiempo después estaba de vuelta al palacio.
- ¡Los he visto! -dijo entusiasmado a su instructor.- ¡He visto dos verdaderos enamorados!
- Ah, ¿sí? -dijo el paciente instructor- Y ¿cómo los has reconocido?
- ¡Por la mirada... como tú me dijiste! ¡Se miraban intensamente a los ojos!
El instructor soltó una carcajada mientras volvía a ponerle la capa sobre los hombros y le acompañaba hasta la puerta ante la admiración de los soldados.
- Vuelve a la ciudad -dijo- y busca bien. Sabrás que están enamorados... si miran juntos en la misma dirección.
Todo el mundo conocía la curiosidad del pequeño emperador. Cuando ignoraba algo no había límite capaz de detenerle y era capaz de cualquier cosa para lograr sus objetivos. Un día el instructor leyó en voz alta una poesía de amor, decía así en uno de sus versos: "el amor se lee en la mirada"...
Cuando comenzó a atardecer el pequeño príncipe puso sobre sus hombros una capa raída! , se descalzó y, burlando la guardia, comenzó a vagar por las calles de la ciudad vestido de mendigo. Buscaba dos enamorados para leer el amor en sus miradas. Poco tiempo después estaba de vuelta al palacio.
- ¡Los he visto! -dijo entusiasmado a su instructor.- ¡He visto dos verdaderos enamorados!
- Ah, ¿sí? -dijo el paciente instructor- Y ¿cómo los has reconocido?
- ¡Por la mirada... como tú me dijiste! ¡Se miraban intensamente a los ojos!
El instructor soltó una carcajada mientras volvía a ponerle la capa sobre los hombros y le acompañaba hasta la puerta ante la admiración de los soldados.
- Vuelve a la ciudad -dijo- y busca bien. Sabrás que están enamorados... si miran juntos en la misma dirección.
Etiquetas: Amor y Desamor
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